27/10/1927
Antes yo era un humilde trabajador, recuerdo el olor del campo, las familias desayunando leche recién ordeñada y mantequilla casera, y el duro trabajo recompensado por los frutos otorgados por el campo, e incluso el sonido de los niños riendo y jugando junto al rio.
Ahora mi pueblecillo a desaparecido entre las llamas, el olor del ambiente es de muerte, y los pocos que quedan han cambiado los manjares de la naturaleza por el rezo para poder roer un mendrugo de pan duro. En cuanto a los niños… sus juegos han sido cambiados, ¡POR ARMAS!, y obligados a luchar entre ellos por ideales que sus infantes mentes no alcanzan aun a entender, y mi familia, la familia que deje cuanto me llevaros forzosamente al frente, solo un cadáver, mi hijo, entre mis manos, las manos que lo han matado…
Todos los aquí presentes, campesinos y ganaderos, hombres y adolescentes, obligados a luchar forzados para defender, y masacrar pueblos indefensos, con una única forma de lograr nuestra libertad, la muerte, un alto precio… Este es el tercer pueblo que desaparece esta semana en nuestras manos, y ya muchos hemos abierto los ojos, en retaguardia solo una pequeña tropa bastante inferior en número oprimiéndonos, al verlos aparecer, solo un deseo en mi, venganza, y mis manos apretaron el gatillo hacia ellos, a lo que bajo mi sorpresa todos mis compañeros, más que eso, ¡amigos!, me siguieron…
Tras esto escuchamos voces del resto de las tropas acercarse y desaparecimos por el bosque como fantasmas en la noche.
29/10/1927
Ayer, al amanecer, unos pocos volvimos a las cenizas del poblado mientras el resto sanaba sus heridas en una cueva cercana, nuestro refugio, y encontramos los soldados con los que pagamos nuestra vendetta personal, los desnudamos y nos llevamos sus trajes junto a sus credenciales. Volvimos entonces a nuestra guarida, el plan, entrar en el cuartel del presidente, una misión un tanto suicida, pero, ¿Que nos importaba? Ahora no teníamos nada, éramos fantasmas en vida, irónicamente, la misma vida por la que tan solo unos días antes asesinábamos…
Ese plan suicida ha resultado un éxito, nos hemos infiltrado un pequeño grupo y hemos abierto las puertas al resto, de los pocos que quedamos moriremos enseguida, hay un ejército armado esperando nuestra rendición, pero no lo conseguirán. Moriremos en cuerpo, pero nuestros ideales seguirán en pie siempre que al menos 1 persona piense en ellos. Y no en vano, espero que la noticia, de que un grupo de solo 20 campesinos, hayan entrado en esta sala, y hayan metido una bala entre las cejas de este infame presidente, le4vante a un país entero.
Y a ti, espero que mis cartas te hagan no quedar impasible ante las injusticias de la sociedad, a pesar del cariño a la rutina y a la comodidad cotidiana.
Fdo. Un campesino cualquiera
martes, 2 de marzo de 2010
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