lunes, 1 de marzo de 2010

Lagrimas De Sangre


Toc, toc, toc… Unos pasos retumbaban en la penumbra del corredor mientras yo en mi piso, frente a la puerta, pasaba el tiempo invisible… Hoy les contare mi historia, pero antes déjenme presentarme, soy Ana, una joven con la vida truncada, llevo ya 5 años huyendo de centro en centro… huyendo de mi ex novio. Mi historia comienza hace 6 años, en 2008, por aquel entonces conocí a Jorge. Al principio todo era genial, me trataba como a una princesa y siempre me repetía que se había enamorado de mi mirada… la misma mirada que me robo, hoy mis ojos están teñidos en rojo sangre, sangre que los inunda en su interior…
En aquel tiempo todo era felicidad e ilusiones, tanto que a los dos meses compramos este piso y mi vida fue tranquila… pero 6 meses después fue donde empezó todo, una discusión cotidiana, un golpe, una caída, cuando desperté tenía la cara dolorida y seguía en el suelo y restos de sangre en la boca. Tras esto, el cual creí puntual e intente disimular nuestra vida normal continuo su curso, pero al poco tiempo esto se volvió a repetir hasta que se convirtió en un hecho cotidiano… y en mi mente solo una imagen, su sonrisa al disculparse, cegada por la Ítaca de que los días dulces volverían… sueño que no hacía más que clavar mas la espina en mi piel, espinas como las de las rosas que me traía a modo de disculpa clavándose en mi piel. El día que al fin abrí los ojos, irónicamente el mismo que los perdí, el llego a casa mientras yo preparaba mi huida, había estado bebiendo y mi marcha le enfureció, golpes y más golpes en mi rostro, una caída, un golpe contra algo, y más golpes…
Hoy, tras 5 años de centro a centro huyendo de él que intenta recuperar mi amor, aquí me encuentro, dispuesta a terminar con mi sufrimiento en el mismo sitio donde empezó, en la misma silla en la que en otro tiempo tapaba mis heridas…
Unas llaves, un sonido de cerradura, un sonido metálico y un chirrío me informaron de su llegada, justo en el mismo momento en que mis manos, casi mecánicamente apretaron aquel gatillo con gran estruendo, después de eso solo he oído un cuerpo desplomarse, un ruido gratificante en mi oscura mente, unida a una fuerte alegría, esta historia, que de una vibrante tragicomedia griega podría haber formado parte al fin tenía su final.
Yo ya he acabado lo que tenía que hacer aquí así que me levanto y me marcho, dejando caer tras de mí a ciegas un objeto señal de dolor en aquel piso, tierra de nadie, y desaparecí en la penumbra lentamente mientras esa rosa en el sueño iba regándose con sangre… sangre que servía de señal del inicio del resto de mi vida.

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