El mazo golpeo la madera poniendo fin a aquel eterno e injusto juicio, los dos guardias agarraron al joven árabe de ropas sucias y desaliñadas para llevarlo a prisión por nombrarlo terrorista pese a la inocencia de este, como había reiterado en numerosas ocasiones. Mientras lo arrastraban por la sala encadenado como a un animal salvaje vio como un anciano con turbante y con la cara cubierta por una barba enmarañada mirándole fijamente a los ojos con cara de odio y resquemor. Era el mismo hombre de la parada del tren aquella fatídica noche.
Le encerraron en una estrecha celda gris con las paredes de ladrillo y una ventana y puerta de rejas como si de un animal en el zoológico se tratara, allí se tumbo en la litera baja que era una tabla en la pared atada con cadenas y comenzó a pensar en todo lo ocurrido aquellos últimos días.
Recordó como volviendo con su compañero a casa desde la obra una noche como era rutina sintió extrañeza al ver un grupo de compatriotas suyos que con nerviosismo observaban sus equipajes y relojes con mucho nerviosismo ya que el tren iba con retraso, de repente paro en aquella parada oscura y sombría en la que aquel extraño grupo salió corriendo casi tirándole a un lado y el también bajo ya que su casa estaba a unos pocos cientos de metros, dejando allí a su amigo y compañero, rodeado de transeúntes solitarios , hasta la próxima parada en la que bajaría. De repente el tren se puso en movimiento y cuando aún estaba a la vista se convirtió en una bola de fuego con un gran estruendo. Los árabes que estaban allí de pie miraban al tren con cara de satisfacción hasta que se percataron de que el joven les observaba y comenzaron a correr tras él a lo largo de la vía del tren hasta las proximidades del suceso donde comenzaron a escucharse sirenas de policía y todos comenzaron a huir, incluido el perseguido por miedo a que lo involucraran, hasta que delante suyo, volando, se poso un trazo semi en llamas del turbante que su amigo llevaba aquella noche, lo cual le supuso un shock y se desmallo allí mismo.
Al despertar se encontraba tumbado en una celda similar a esta pero bajo la comisaría del barrio.
Un estruendo de hierros le saco de sus pensamientos, el agente de la comisaria abria la celda y trajo a otro preso de raza negra a su misma celda, el africano se quedo en pie, mirandole con ojos tristes y tras un rato se acerco a la ventana. Entonces un proyectil atravesó la estancia y golpeo en el suelo, su nuevo compañero cayó al suelo, con un trozo de cráneo seccionado y el mozo miro el cadáver desesperado, no cabía duda, venían a por él y no iban a parar hasta asesinarlo para que jamás pudiera confesar.
Pasaron los días y la celda olía mal porque los guardias tras retirar el cadáver habían dejado todo ensangrentado y sin limpiarlo, el joven día tras día se ensimismaba en sus pensamientos como en aquel momento le había ocurrido. Una sirena rompió su sosiego y el reconoció aquel sonido, era la sirena que dia tras dia temia, ya que era la hora de salir al patio, donde era más vulnerable, se escondió en un callejón y espero a que esa hora terminara rápido.
Tras ese tiempo volvió a su celda conducido por los mismos agentes que le habían detenido injustamente.
Al llegar a aquella sucia celda vio algo que le sorprendió, un nuevo inquilino se había adueñado de su litera y los guardias solo dijeron:
Este es tu nuevo compañero, es árabe como tu.
El muchacho vio algo en sus ojos que le hizo desconfiar y en cuanto los funcionarios cerraron y se marcharon el desconocido comenzó a hablar en el idioma natal de ambos, rezando salmos del santo Corán y concluyendo con la frase “tu nos descubriste, debes morir” y entonando un salmo de plegaria por la propia alma a Alá destapo su turbante, sobre su cabeza había una bomba con un temporizador que marcaba 9 segundos y descendia. El muchacho se arrodillo y dijo:
Si lo quiere Alá que así sea – y agacho la cabeza esperando su trágico final.
De repente un estruendo invadió la cárcel seguido de una nube de polvo y cascotes, habiéndose destruido toda ese ala de la penitenciaria y dejando el secreto sellado para siempre, mientras misteriosamente un trozo de turbante similar al de la fatidica noche que todo comenzo volaba entre los atonitos observadores.
lunes, 1 de marzo de 2010
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